viernes, 30 de marzo de 2012

¿IRIA HOY JESUCRISTO EN BICICLETA?

(Realizado desde el respeto):

¿Cómo combinar Semana Santa y bicicleta? Pues bien, he tropezado por casualidad con una canción "bicicleteril" compuesta en 1.970 que me ha llegado a impactar bastante. Nos suele ocurrir a los que solemos oir música en inglés que de repente, un día, escuchamos alguna buena canción en castellano y redescubrimos el placer que supone entender, aunque sea parcialmente, el mensaje que la letra transmite.

Esta canción, "La bicicleta blanca", como todas, puede transmitir variados mensajes dependiendo del punto de partida en el que nos encontremos, pero en este caso concreto hay dos muy claramente identificables:

El primero es más superficial, ya que se queda en lo óbvio. El "escuchante" se limita a entender la letra de un modo literal, sin preocuparse en rascar la superficie de esta, en buscar significados un poco más "implícitos". En este caso la canción transmite muy eficazmente un sentimiento de tristeza que es indudable, aunque no por ello le resta una pizca de belleza. Si el que escucha es un amante de las bicicletas y suele usarlas, podrá imaginarse perfectamente al "flaco" que protagoniza la canción, y que a mi se me antoja ya mayor, pedaleando por las cuestas de la urbe en una vieja bicicleta blanca destartalada. Un bicicleta destartalada que aún le hace servicio de transporte. Una bicicleta que es destruida de forma vandálica por vete a saber tú qué razones. Esta escena es de una profunda tristeza.

El segundo mensaje entendible en esta pieza musical viene influenciado por un punto de partida religioso de la persona que escucha la canción. Personalmente mi sentimiento religioso dista mucho de ser cierto, pero tengo unos muy básicos conocimientos sobre la vida de Jesucristo, ya sea por la educación recibida o aunque solo sea por haber visto peliculas sobre el tema. El caso es que a mi, "el flaco", de forma metafórica se me asemeja a Jesucristo, y toda la canción, a grandes rasgos, a la vida de este. Las razones para decir esto son las siguientes:
- Jesús era pobre, y en la canción se nos transmite la idea de que "el flaco" era pobre por el tipo de bici que se nos describe.
- En un principio no se hace mucho caso a Jesús, se burlan de él, como ocurre con "el flaco".
- Para los creyentes el mensaje que Jesús comunicaba era una luz que guiaba su existencia, como la "cola fosforescente" que siembra "el flaco" haciendo que los problemas del mundo se resuelvan.
- Una vez que Jesús aglutina a una masa de gente que puede resultar problemática para el poder establecido en aquel momento se le toma en serio, se le apresa, se le tortura, y se le crucifica, como a "el flaco" de la canción.
- Por último, no hay rencor en Jesucristo, ni venganza, como le ocurre a "el Flaco", que sin ira, después de que haber sido apaleado y de que le hayan roto la bici lo único que desea es la salvación de quien lo ha atacado.

Seguro que hay más mensajes que uno puede llegar a entender, pero lo que es indudable es que esta canción, y la forma de interpretarla, es realmente bonita y merece la pena escucharse independientemente de nuestros condicionantes iniciales. Mas si cabe en estas fechas de Semana Santa.

Dejo seguidamente un video en el que se puede escuchar la canción, y debajo la letra completa para que podáis seguir la canción.

"La bicicleta blanca"
Música: Astor Piazzolla.
Letra: Horacio Ferrer.
(Polca/tango).

Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va. De todos modos, si lo vieras pasar, míralo con mucho Amor: puede que sea, otra vez...

El flaco que tenía la bicicleta blanca;
silbando una polkita cruzaba la ciudad.
Sus ruedas, daban pena: tan chicas y cuadradas
¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas,
y él mismo se animaba, gritando al pedalear.

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
no está en llegar sino en seguir..."

Todos, mientras tanto, en las veredas,
revolcándonos de risa
¡lo aplaudimos a morir!
y él, con unos ojos de novela,
saludaba, agradecía,
y sabía repetir:

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Dale con todo, Dale, Dios!..."

Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡Increíble!: los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz; el Intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista.

Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
su bicicleta blanca le entramos a romper.

Le dimos como en bolsa, sin asco, duro, en grande:
la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.


(Mi viejo Flaco Nuestro que andabas en la Tierra: ¿Cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

Flaco,
no te quedes triste,
todo no fue inútil,
no pierdas la fe...
en un cometa con pedales
¡dale que te dale!
yo sé que has de volver...



Un saludo, y...
¡¡¡HAPPY TRAILS!!!

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